viernes, 18 de noviembre de 2011

CARTA ABIERTA A MI HIJA DIRIGENTA ESTUDIANTIL

Querida hija:

Sé que muchas personas se conforman, o solo aspiran, a mejorar un poco sus circunstancias y que pocos estamos realmente dispuesto a cambiar, pues esto último implica atreverse a ser libres y como se sabe tan poco de la libertad, asusta.
Cambiar implica estar dispuesto a soltar todos aquellos conceptos aprendidos, heredados, auto programados que pensamos que constituyen nuestra “seguridad”, es por esto que mejorar las circunstancias parece  más prudente que luchar por un cambio profundo, estructural, que nos enfrente, en total libertad, a preguntarnos si estamos dispuestos a rehacer, reinventar todo cuanto no funciona, todo lo que no nos hace feliz, como individuos y como humanidad.
Cambiar es una responsabilidad individual, que si visualiza la satisfacción personal de la mano con el bien común, forma sociedades sanas de colaboración y equidad.
Como humanidad hoy estamos enfrentados a la urgencia de sanarnos y definir en nuestra estructura individual y colectiva, los fundamentos de una existencia basada en lo que promueva la felicidad. Educarnos para ser seres integrales consientes de sí mismos y de las diversas familias que configuramos; parentales, ciudadanas, planetarias, universales. Las materias de las aulas han quedado obsoletas por si solas, aceptar esto es también aceptar que el sistema completo está obsoleto y los sistemas los constituimos las personas, por eso nosotros debemos cambiar. Si  todos descubrieran que el cambio es una oportunidad, una aventura en la que a mayor libertad mayor satisfacción, sin duda alguna se abrirían las grandes alamedas y el cielo.
Yo te digo hija mía, que aunque las circunstancias aparenten estar a favor de la resistencia al cambio, este llegará de todas maneras, pues está en juego la sobrevivencia de la humanidad y nos caracteriza la resilencia, de una u otra forma las conciencias se iluminarán y lograremos pasar de curso para vivir una vida donde la equidad, la solidaridad, la paz, serán nuestro diario vivir. Es en el convencimiento de que esto “es posible”  que se mantienen vivos los corazones de aquellos grandes locos y valientes, como tú, yo y muchos más, que  no nos conformamos y no descansaremos, pues allí radica precisamente nuestra felicidad.

Con todo mi AMOR e incondicionalidad, tu madre.

domingo, 6 de noviembre de 2011

EL DESTACADÍSIMO PAPEL SECUNDARIO DEL CUERPO FÍSICO

En esta ficción de la “vida real”, el cuerpo tiene un destacadísimo papel secundario, nos brinda un sin número de herramientas para percibir lo que nos rodea y a veces comprender lo que nos sucede. Como vehículo sensorial nos pasea por el placer, el dolor, nos permite comunicarnos de manera evidente a través de todos sus lenguajes, nos informa, materializa soluciones, dificultades y también grandes conflictos que nos hacen preguntarnos si es nuestro amigo o nuestro enemigo…en ocasiones juega a favor del Ego, el súper archi enemigo.
Por él nos sentimos separados del resto, pero a su vez, nos une a los que más amamos, ¡otra dualidad que se disuelve en el AMOR!…pero es un personaje secundario. El protagonista es el espíritu, ese observador inmaterial, la conciencia y como en toda buena película, los personajes secundarios están ahí a veces para ayudar, otras para conflictuar, para reflejar, pero siempre acompañando, permitiendo que la trama se desarrolle y el protagonista evolucione.
Hay escenas en la que pareciera ser el personaje principal, como en las sexuales, a veces se le pide que desempeñe ese rol, pero si la película pretende ir más allá, haciéndonos vivenciar situaciones culmines, debe devolverle el protagonismo al espíritu, pues solo él puede darnos ese nivel de éxtasis, que en algún lugar de nuestro ser conocemos. Por lo tanto hay que saber escoger que tipo de película queremos vivir, aunque sea ficción puede ser de calidad.
En mi película, mi cuerpo es un gran compañero; Sancho Panza (sin panza), Sam (amigo de Frodo)…nos cuidamos y colaboramos para que la historia resulte día a día, escena por escena lo mejor posible.