Decidir hoy donde estudiarán nuestros hijos(as), desde el pre escolar al de educación superior, depende primero que todo del dinero que dispongamos, acompañado de nuestro legítimo anhelo de obtener algo de calidad a cambio, una ley del mercado que sin embargo no siempre se cumple, pues podemos estar pagando por infraestructura, grupo de convivencia, y no necesariamente por calidad de enseñanza. Si encontramos un establecimiento que nos promete equilibrio entre todos los componentes del servicio y nuestra capacidad económica se posibilita a través del endeudamiento, es muy probable que sigamos ese camino, pues estamos decidiendo supuestamente la calidad del futuro de nuestros herederos(as). Bueno y si no tenemos siquiera esa posibilidad y nuestras arcas son de sobrevivencia, el estado con sus establecimientos municipales son la única posibilidad; tengan o no baños saludables, con hacinamiento en las salas, y profesores con sueldos de frustración.
En el mercado educacional hay de todo; con variados precios, diferentes prioridades, con y sin publicidad engañosa…podemos tener la suerte de comprar algo bueno a un precio justo, al menos alcanzable para nosotros, por lo tanto estaremos contentos y tranquilos, pues estamos pagando para que nuestros hijos(as) sean futuros profesionales exitosos, que a su vez puedan pagar por todo lo que ellos quieran, incluso la educación de su futura descendencia.
Como éste panorama produce mucha desigualdad social y falta de equidad, porque fomenta la diferenciación de clases sociales, asunto que se ha querido sanar y por el cual se ha luchado desde hace mucho tiempo en la humanidad, hoy tenemos a un grupo importante de personas de diversas edades y realidades socio económicas protestando y manifestando su descontento.
Entre todo esto, se me hace necesario reflexionar del origen de la institución educacional. Que alguien me saque del error, si así es, pero ¿no se supone que en la formación de las sociedades, el traspaso de la sabiduría de generación en generación, es la base de la subsistencia de la estructura? Entendiendo sabiduría como el conjunto de conocimientos adquiridos que nos permiten tener una buena vida, desarrollarnos como individuos y sociedad.
Desde esta mirada las leyes del mercado en la educación no me cuadran, más bien me parecen un peligro terrorífico que atenta a lo más elemental de la justicia y equidad para la convivencia humana.
Mi naturaleza es positiva y optimista por lo que deseo fervientemente que la educación recupere prontamente el sitial que le corresponde desde todas sus aristas y apoyo toda moción que apunte a lograr este objetivo pacíficamente, con todas nuestras inteligencias al servicio de este ideal, donde el estado vele porque todos(as) los(as) habitantes del país se eduquen con las mejores herramientas posibles para ser personas de bien que realmente construyan un país y un planeta donde sea hermoso vivir, como antiguamente lo hacían los sabios de las tribus, nuestras primeras sociedades.
Este pensamiento me lleva a otra reflexión, ¿estamos escogiendo a los más sabios para conducirnos?...yo veo que estamos siendo gobernados principalmente por grandes empresarios, entonces es lógico que dominen las leyes del mercado, ¿podemos esperar otra mirada desde ellos? o ¿habrá que aprender a escoger con otros parámetros a nuestros líderes pidiendo “currículos” más coherentes con el mundo que de verdad deseamos?
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