El actor y el personaje
Siento esta conciencia de “Ser”, que en términos humanos, es como el
actor que desde su plasticidad y conocimiento del sentido del personaje y de la
historia, se lanza a representar un rol transitorio, en un espacio-tiempo
determinado, que le aportará experiencia, expansión… para luego nuevamente centrarse
en su realidad de infinitas posibilidades creativas, la cual está presente
siempre y es la guía del personaje también.
Para vivir esta experiencia humana en este planeta con su realidad densa,
necesita un traje adaptador, como el que un humano se coloca para ir al
espacio. Este traje es el cuerpo físico con sus capacidades sensoriales y
emocionales que le permiten percibir de manera particular las circunstancias,
información que es procesada por el campo mental, lo que a su vez realimenta la
percepción en un continuo movimiento energético. Si todo este proceso está
anclado en el momento presente y siendo observado por la Conciencia, nos sentimos
centrados en nuestro corazón y en la paz de estar plenos, pero si nuestra
percepción está alterada en algún punto, el sistema completo se desarmoniza.
Algunos puntos comunes de desestabilización del sistema son:
·
Olvidar que somos
conciencia en una experiencia humana, confundiendo al personaje
con el actor u olvidando totalmente al actor, lo que nos hace creer que la
realidad del personaje es “la realidad total”, desvirtuando el sentido y
significado original de la experiencia.
·
Creer que somos el
traje, lo que nos hace identificarnos con la información que este nos entrega,
sea lo que percibe con los sentidos, las emociones que experimenta o los
procesos mentales que genera, lo cual se agrava aún más si creemos que esta
información está separada y tiene distinto valor según de qué receptor (físico,
mental o emocional) lo esté recibiendo.
·
Remplazar la
experiencia con la creación mental, colocando nuestra atención en
una cadena desenfrenada de imágenes mentales, que además suelen estar
relacionadas con el pasado o el futuro, lo que aumenta su condición de
ficticias, pues la experiencia real sucede en la relación consiente con lo que
acontece y eso ocurre sólo en el presente.
·
Creer que el mal
funcionamiento del tarje es normal, cuando en realidad son toques
de un despertador para que volvamos a conectarnos con la experiencia, pues al
centrarnos en un mental inconsciente que genera imágenes que nos ausentan de la
experiencia y nos activan emociones relacionadas con ese descontrol, como el
miedo y sus derivados; angustia, ira, frustración…la cadena continúa sus
procesos afectando al cuerpo físico, el que responde enviando síntomas para
detener la desconexión.
·
Confundir salud con
eliminación de síntomas, cuando la salud es el estado de armonía que le
corresponde a la experiencia de un humano que habita un campo energético
coherente, producto de su conexión consiente con la experiencia presente y que
siente gratitud por ello.
La vida y la obra
Cuando presenciamos una película o participamos de la creación de una
obra dramática (texto para ser representado), hay “ingredientes fundamentales”
para que la historia sea entretenida y mantenga nuestra atención, nos entregue
un mensaje coherente e idealmente nos deje un aprendizaje, algunos de estos
son:
·
Conflicto central y
conflictos menores, se desencadenan para que los personajes enfrenten
situaciones que los lleven a experimentar diversas capacidades que les permiten
ir descubriéndose y desarrollándose, a la vez que es la energía que permite el
avance y desenvolvimiento de la historia y el mensaje que esta transmite.
·
Contradicción, es un estado
interno que permite un momento de detención y reflexión en los personajes, para
integrar la dualidad que está percibiendo en una circunstancia y avanzar luego
en integración.
·
Dificultad, es el grado menor de
interferencia en una acción y se presenta para detenernos y que nos permitamos
acceder a más opciones en el “cómo” desarrollar la acción o para aumentar la
atención que estamos poniendo en esta.
En el arte dramático estos elementos son fundamentales y está clarísimo
su aporte, sin embargo en nuestras vidas estas palabras parecen ser el enemigo
encarnado, pues identificamos la resistencia a nuestros deseos o interferencia
en nuestros planes como algo negativo y por lo tanto indeseable, más los invito
a releer estas breves definiciones que nos regala el teatro y el cine, estas
artes que son formas de reflejos estilizados de nuestra experiencia de vida y
por lo tanto un espejo en el cual mirarnos, así descubrirán la inmensa utilidad
y sentido de estos ingredientes en vuestra historia y podrán integrarlos con
una aceptación sabia que permite evolucionar.
Donde ocurre la historia,
donde ocurre la vida
Cuando pensamos en una historia o en nuestra propia vida, acostumbramos
situarla en un tiempo lineal compuesto por pasado-presente-futuro,
dramáticamente decimos presentación-nudo - desenlace de la obra. Si nos
referimos al espacio-tiempo diríamos que el espacio es el teatro y el tiempo lo
que dura la obra, en la vida humana el espacio es el planeta y el tiempo lo que
va de nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. En este punto es bueno recordar
que para el actor y la conciencia este espacio-tiempo es solo un lugar y un
personaje de la infinidad de
posibilidades que experimentan en su existencia.
Descubramos cual es la célula de este organismo;
·
La historia se cuenta a través
de una cadena de situaciones, donde cada una en sí misma es a su vez una
pequeña historia (las escenas) y no siempre podemos comprender inmediatamente
la relación y colaboración que tienen entre sí para narrar la historia total,
piezas de un rompecabezas que entregan la información que contienen y agregan
sentido según como se van desplegando.
·
La situación se manifiesta a
través de una cadena consecutiva de acciones, las que surgen de las necesidades
y objetivos del personaje, el por qué
y el para qué se ejecuta la acción,
preguntas claves para darle sentido a
lo que hacemos y así ser coherentes en la narración.
·
La acción es el espacio a
través del cual sucede la obra y se expresan los personajes, la célula del
organismo y dependerá del sentido que se le dé y cómo se ejecute que tomará vida el personaje y la obra. Un actor
logra representar con total eficiencia a su personaje cuando experimenta
totalmente el momento presente de la acción, integrando los procesos internos
que se sucintan a partir de ella; emociones y pensamientos que lo empujan a la
siguiente acción.
En nuestra vida muchas veces nos perdemos en tratar de comprender
inmediatamente el significado de todo y nos desviamos aún más calificando los
hechos, las personas y a nosotros mismos en bueno o malo y un sin fin más de
blancos o negros que no son más que aleteos de ignorancia. Nos angustiamos en
la falta de sentido de nuestra existencia, cuando en realidad no sabemos o
hemos olvidado darle sentido a lo que hacemos y ejercer nuestro libre albedrío
decidiendo cómo realizarlo, pues allí está ocurriendo realmente nuestra vida,
aquí y ahora, en ningún otro lugar, en ningún otro tiempo.
Mi vida, tu película
En el mundo dramático sabemos que lo central es el mensaje que entrega
la obra al público y que los personajes, indistintamente de su protagonismo,
están al servicio de esta misión y que por otro lado el actor tiene la
bendición de experimentar este espacio paralelo que lo llena de sabiduría,
disfrute y realización, como vivir varias vidas en una sola encarnación y
colaborando en la vida de otros, los que observan.
En nuestra vida somos protagonista de la historia, pero el significado
de esto está distorsionado, tendemos a creer que la única historia que se
cuenta es la nuestra, o al menos la más importante y que por lo tanto nuestra
visión es la que debe prevalecer, parte de lo que llamamos ego, por eso nos importa tanto “tener la razón”. Cuando el protagonismo debiera provocar
un estado de gratitud, porque la película se está haciendo y eso es una
maravillosa oportunidad de expansión, gratitud hacia todos los otros personajes
que participan de ella, sean cuales sean sus características y su rol, pues
están al servicio de contar mi historia y ayudarme a evolucionar al interior de
esta. Un protagonismo que me haga preguntarme ¿qué tengo que aprender de esto
que está sucediendo?, ¿qué tengo que aprender de esta persona?
·
Tendríamos que entender entonces que cada uno, cada
habitante de este planeta, está viviendo su propia película, donde
legítimamente es el protagonista, lo que genera un Multiverso en la suma e
intersección de los Universos que cada uno somos. Entonces a través de esta
sola representación humana, este yo
que experimento, existo en múltiples películas paralelamente, en la de cada
persona que he conocido, es más, en algunas ya no estoy y en otras aún no he
participado…en todas voy como un personaje secundario, con más o menos
participación, pero fundamental, si no, no estaría en ella…y son diferentes
roles, pero el personaje es el mismo, ese que soy, he sido, o seré en ese
momento, el mensaje perfecto que debe recibir a través mío el protagonista de
esa historia, a partir de ser y estar, la misma tarea que
desempeño en el rol protagónico de mi película.
Un actor logra representar con
total eficiencia a su personaje cuando experimenta totalmente el momento
presente de la acción, integrando los procesos internos que se sucintan a
partir de ella; emociones y pensamientos que lo empujan a la siguiente acción.
Marcela Fuster Gómez
Licenciada en Artes de la
Representación
Escritora y Terapeuta
Diciembre del 2012
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