Los humanos hemos definido “El Tiempo” como un medir lineal y continuo de nuestra existencia.
Sin embargo, si observamos nuestra relación más personal con él, aparecen otros conceptos relacionados, como el estar presente, pues en realidad vivimos fraccionados la mayor parte de los momentos.
¿A que me refiero?, el cuerpo está en el presente, pues se sitúa, pero nuestros pensamientos suelen divagar en otros tiempos, lo que haremos o hicimos, lo que diremos o dijimos, etc. Por otra parte nuestros estados emocionales suelen provenir de lo que ya sucedió, dejándonos enganchados en el pasado.
En este fraccionarnos, diluimos nuestra energía, afectamos nuestra memoria, disminuimos nuestro goce y otras capacidades.
Solo alineando todo nuestro ser en el momento presente, logramos aprovechar la vida, pues eso es lo que tenemos, el momento presente, construido con nuestro pasado y alentando nuestro futuro; pasado que no volverá y futuro incierto, incluso quizás inexistente.
Me parece muy interesante y sugerente el cruce que haces entre tiempo y emoción. Por un lado, nos podemos encontrar con la densa dimensión conceptual de ambos, y por otro, la dimensión física que acontecen en el cuerpo. El cuerpo como el lugar de la emoción, el cuerpo como el espacio de todo tiempo. Efectivamente, para el mundo occidental el tiempo se ha resuelto bajo la metáfora de la línea, bajo la división de pasado, presente, futuro, y más contemporánea bajo la imagen del reloj en marcha, que se puede detener, pero que busca marcar, medir, situarnos en aquello que nunca se detiene: el tiempo.
ResponderEliminarEs interesante detenerse en eso de que nuestras emociones nos dejan “enganchados” en el pasado”: Me gritaron. Luego, me siento mal, me entristezco, me enojo, etc. El grito queda en el pasado, pero mi emoción y mis acciones se despliegan en “un presente”, despliegan “ese presente”… Y eso depende mucho de la fuerza del acontecimiento vivido: un asesinato, un engaño, un pérdida, una mentira, un olvido, una deslealtad, etc. Creo estar de acuerdo contigo que hay un tiempo (Contexto, espacio, lugar, necesidad, etc.) para traer el pasado al presente, porque eso nos permite expandir en el pensamiento, en el lenguaje, nuestra experiencia, nuestra vivencia del mundo y de lo que nos pasó. Crecer desde el pasado hecho presente. Pero, también hay un tiempo (situación, contexto, et.) en el que necesitamos estar plenamente en el presente, en el “aquí y el ahora”, para aprovechar el máximo ese momento en nuestras vidas. Entonces, habría que aprender no sólo a “engancharse” con nuestro pasado, sino también a “desengancharse” a tiempo.
Muchos cariños. Has abierto un tremendo espacio.
YERKO TOLIC
Gracias Yerko, ¡a difundir este espacio! para encontrarnos y crecer, Marce
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